viernes, 11 de enero de 2019

El proceso creativo: El comienzo.



Desde siempre, mis dos pasiones creativas han sido escribir y dibujar. Por lo menos durante los últimos diez años me he enfocado mucho más en el dibujo que en la escritura. Bueno, solo exceptuando un intento de novela ligera que hice hace...¿unos cinco años? La verdad es que, a pesar de que escribir es una actividad creativa que siempre he disfrutado, no me considero buena en ello. En el dibujo tampoco, pero creo sentirme un poco más segura en eso que en la escritura. En fin. 

Parte de lo que he tenido que enfrentar en esta etapa de la vida, la "adultez joven", son las distintas trabas y la perdida de la creatividad. Y es que cada vez es más complicado limpiar la mente de aquellas manchas mundanas. Cada año que pasa, me doy cuenta de que el tiempo es más escaso, que no puedo permitirme tanto "margen error", pues siento que ya no me quedan tanto tiempo para mejorar en el dibujo. Todo eso influye en la perdida de la creatividad y, por supuesto, de la motivación. 
Parte de ser adulto es, aunque suene estúpido, no saber qué estamos haciendo, lo que se traduce en una constante búsqueda de motivo ¿Para que me levanto cada mañana? ¿Para qué estoy trabajando? ¿Para qué ahorro? La motivación debe ser una de las principales "sensaciones" que se extravían en la adultez. Algo similar ocurre con la creatividad, se pierde el propósito y la motivación. Muchas veces me he enfrentado a mí misma pensando ¿Para qué continúo dibujando? ¿Solo porque me gusta?
Y sí, muchas de las cosas que hago, de hecho, las hago solo porque disfruto de dichas actividades. Pero, podríamos decir que, si no existe un cierto compromiso o pasión por dicha actividad, entonces no es más que un hobbie. Suponiendo que tengamos alguna actividad creativa que nos apasiona, como es mi caso con el dibujo, entonces la única manera de avanzar con dicha pasión es a través de la motivación.
Muchas veces la motivación vendrá de la admiración de otros, de los autodesafíos o de la denominada "sed de fama". Pero cuando llegas a un punto en el que estás tan consumido por la vida "adulta", seguramente compartirás conmigo la mentalidad de que la proyección a futuro de las actividades que ocupan tu tiempo libre deben tener, a lo menos, metas concretas en el mediano-largo plazo. Con esto no estoy hablando de ponerle una fecha límite para concretar completa, sino de ver cierto progreso. Con esta presión en mente es que caemos en las peores trampas.

¿La motivación incorrecta?
Muchas veces he acabado sintiéndome atrapada en mis propias ambiciones. Como les comentaba, muchos años de mi vida, aproximadamente la mitad, la he dedicado al dibujo. Hace dos -o tres- años mi máxima meta era conseguir ser pagada por producir mi propio cómic. Gracias a cierta plataforma de webcómics empecé a ser pagada mes a mes con dólares, y con esto también pude contratar ayudantes que me ayudaran en la producción. El problema fue que la meta fue muy superficial, y quizá fue pura suerte porque estuve en el lugar y momento correcto. Una vez estuve en el "check-point" de mi meta, llegaron los cuestionamientos: ¿y ahora qué viene? ¿ganar fama? para mi, la respuesta fue "intentar mantener esta situación", pero fue así mismo cómo terminé hundiéndome en un profundo estancamiento. 
Pronto llegó el día en que ya no tuve ganas de dibujar, en que miraba lo que estaba produciendo y lo encontraba feo, falto de amor y de compromiso. Había perdido propósito. Con ese sentimiento en mi ya no pude seguir y simplemente me detuve.  
Durante los meses siguientes estuve haciendo lo que todos te recomiendan para superar "el bloqueo" de artista: salir, ir a parques, a museos, estar con amigos, lo que sea con tal de inspirarte y de distraerte del bloqueo, pero ¿saben que? no funcionó.

No salí del bloqueo, pero sí de mi casa. 
Todo el 2018 me la pasé atrapada en esa horrible espiral de desesperación llamada estancamiento. No sabía hacia donde seguir. Tampoco sabía si de hecho quería seguir, solo sentía que "eso" -el dibujo- ya no era lo mío. Quizá ya estaba muy vieja, quizá había alcanzado una edad para la cuál ya no iba a mejorar más y mi momento ya había pasado. Y aunque intenté retomar la producción de mi webcómic en distintos momentos del año, siempre sentí que estaba tan inmersa en el estancamiento que no podía ver sin el prisma del perfeccionamiento. 
Y así decidí detenerme definitivamente. Tras unos meses en los que ya me sentí más en calma, analicé de la forma más estoica y objetiva posible mi problema: Realmente no me sentía satisfecha con mi calidad de dibujo, así que decidí practicar ilustración nuevamente. Para mi sorpresa, tuve un momento en el que realmente llegué a sentirme motivada y, aunque nunca destacaría en el mundo ilustrativo, decidí que quería hacer mi propia línea de camisetas con diseños originales. Y sí, mi motivación en ese momento fue "solo porque quiero", lo estaba disfrutando.

Los frutos, los buenos frutos.
Hice mis camisetas, me moví, y conversando con un amigo surgió la idea de ponerlas a la venta en una tienda, contacté a la dueña y para mi sorpresa ¡Paf! para fin de años se habían vendido todas. Aquí llegó la primera señal de que, de hecho, estaba reencontrando el principio básico de toda actividad, creativa o no: disfrutarlo.
Muchas veces sentí que en la vida había sido muy poca ambiciosa, que debería pensar en grande para llegar más lejos. Pero esa misma presión que me auto-impuse es la que me ha cegado infinitas veces.
Sí, está bien hacer las cosas sólo porque las disfrutas, está bien pensar en las actividades como parte de tu bienestar personal. Escribe porque te relaja, dibuja porque lo disfrutas, haz deporte porque te hace sentir genial, no todo en la vida debe ser un gran desafío, algunas veces encontraremos desafíos partiendo por cosas pequeñas.

No salí del bloqueo, pero...
Comprendí que como adulta me había vuelto demasiado pragmática y materialista. No "pensar en grande" no te hará realmente ningún daño, lo correcto es tener como prioridad el bienestar. A fin de cuentas, lo importante es siempre mantener una relación saludable con aquello que estemos haciendo o queramos hacer. 
Si me permiten aconsejarles algo, o traducir todo este enorme post lleno de ideas sueltas en un par de frases, sería que intenten enfocar su proyecto en la vida cotidiana que llevan, planteen sus expectativas paralelamente a su desarrollo personal. Es vital tener presente en todo momento que lo creativo no se puede forzar y que los descansos son necesarios. Pensar en uno mismo dentro de cada proyecto que queramos realizar ayuda a que nos conozcamos mejor en distintas circunstancias, y eso se traduce en que lo que hacemos nos ayuda a pulirnos a nosotros mismos, a mejorar malos hábitos.
El proceso creativo es, de hecho, un ejercicio personal.



 

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